Al cruzar el Salar de Chiguana, nos encontramos cara a cara con un campo de piedras de formas extrañas: parecen estar de pie, como los humanos, pero sus cuerpos de piedra están torcidos en todas las direcciones. Estas piedras son de origen volcánico, y deben su particular apariencia al tipo de erupción de la que son consecuencia. Uno puede caminar entre los soldados de este ejército congelado, en un paisaje irreal de rocas, matorrales y cielo puro.