Originalmente, el Convento de San Felipe Neri fue construido en el siglo XVII para mostrar el poder de la iglesia en el nuevo continente. Desde las alturas del convento se pueden apreciar los encantos de la ciudad de Sucre en su conjunto, especialmente la blancura inmaculada de los edificios, que contrasta con las tejas españolas anaranjadas, impregnadas de luz solar. Las torres del convento y los campanarios están decorados con plata de las minas de Potosí. La puesta de sol en Sucre es muy recomendable para terminar la visita de la ciudad.